La depresión no solo constituye un problema médico, sino que paralelamente forma parte de un fenómeno social.
Se conoce que la separación matrimonial, el status de divorciado,la pertenencia a clases inferiores, la inadecuada situación socioeconómica, la inestabilidad laboral, el vivir aislado del centro urbano, las dificultades en el ámbito laboral o familiar, constituyen causas sociales para la aparición del trastorno. ¿Y estas, no están ligadas a la sociedad? Por un lado algunos autores opinan que la pertenencia al sexo femenino es uno de los principales riesgos demográficos para la depresión; otros plantean que la clase social, el nivel cultural y la raza no se han vinculado claramente con la depresión.
El hombre vive y actúa movido por el interés de satisfacer sus necesidades, desde los más simples o elementales hasta los más complejos de carácter espiritual, pero a la vez el hombre plantea problemas en la medida en que interactúa con el resto de la sociedad y así surgen interrogantes de cómo vivir, cuál es el sentido de la vida e incluso si vale la pena vivir o no.
Esto ocurre con incidencia mayor en países con regímenes capitalistas y donde la pobreza está presente azotando a la población, con un enfoque metafísico del mundo, donde no se ven los problemas del individuo de forma integral, coherente y global. ¿Cómo se explica que exista depresión por causas del alcoholismo?, si lejos de crear programas preventivos y rehabilitatorios, se estimula a la ingestión del tóxico, incluso con propagandas y filmes, que independientemente que hospitalice al individuo, le incida en el seguro de vida e imponga el tratamiento de última generación, no logra una mejoría óptima ya que no actúa sobre el factor de riesgo que es el consumo.
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